“El Estado tiene que dejar de intentar subastar el precio del conocimiento, con bajas del 40% no se puede hacer buena ingeniería”

La Asociación de Ingenierías y consultorías de Aragón (ASINCAR) centra sus esfuerzos en transmitir el sentir del sector y representarlo ante la sociedad y la Administración. Para su presidente, Victorino Zorraquino, la principal reivindicación es visibilizar un sector que “a veces pasa demasiado desapercibido, aunque siempre está detrás de lo que la sociedad ve y utiliza, cuando la ingeniería es precisamente la punta de lanza para que todo funcione y todo avance”.

¿Cuáles son los principales sectores en los que se desarrolla la ingeniería en Aragón?

– ASINCAR representa a Ingenierías y Consultorías que son empresas de servicios pluridisciplinares en todos los sectores de ingeniería, desde industrial hasta grandes obras, puentes, estructuras… En Aragón hay mucha tradición de ingeniería libre profesional, que se canaliza a través de los Colegios, y nosotros somos la asociación que representa al sector de las empresas, con una dinámica totalmente diferente y dónde el sentido de proyección y futuro es fundamental. Las ingenierías somos el sector que más representa la industria del conocimiento, estamos en el planeamiento, el diseño… Y trabajamos  tanto para el sector público como para el privado, pero el problema es que actualmente la inversión pública prácticamente no existe. Por eso, ahora nuestra principal área de trabajo son los servicios industriales para el sector privado y la internacionalización es fundamental, el 80% de nuestro actividad está en el extranjero.

¿Cómo está siendo la recuperación para su sector en Aragón después de la crisis?

– El hecho de que nuestro principal negocio esté en el exterior, hace que estemos  en un mercado muy competitivo, los españoles somos muy competitivos dentro y fuera de España, y eso significa que en nuestro sector se ha ajustado mucho el volumen económico y los márgenes. Y no se ha hecho bien desde los gobiernos, porque se habla de industria del conocimiento, pero no hay un apoyo real. El sector ha sufrido una reestructuración tremenda y sin anestesia.

Ahora estamos trabajando de forma unánime las distintas asociaciones de España, para defender cambios importantes, como el que la ingeniería tenga un epígrafe específico en la nueva ley de contratos, y no como ahora que queda agrupada bajo el epígrafe genérico del apartado de servicios. Es importante que se vea que somos un sector importante para España, y no sólo porque exportamos mucho. La clave está en que el sector público vuelva a tener una cierta presencia. El mundo internacional no es un mundo de rosas, está lejos, requiere mucho esfuerzo y es muy exigente. Soy positivo, pero la salida de la crisis va despacio.

¿Se están abriendo en la región nuevos nichos para el trabajo de los ingenieros?

– Aquí puede haber algún nicho principalmente en el tema logístico y hay muchas infraestructuras por hacer. Pero actualmente la falta de inversión sigue situando el principal nicho de mercado en el exterior.

¿Están valoradas las empresas de ingeniería aragonesas?

– Tenemos una valoración alta y de calidad, y somos un sector muy especializado. Antes del 2008 España era un motor, y las grandes obras que se hicieron en Aragón nos han servido para demostrar un alto nivel de calidad. Tenemos la suerte de que la ingeniería española está muy bien acreditada, somos de las más punteras, y también podemos decir que la ingeniería aragonesa está en todo el mundo, hasta en Australia, Canadá y Estados Unidos, cuando al principio a penas nos imaginábamos trabajando en Sudamérica.

¿Cómo ha cambiado o, más bien, evolucionado la profesión de ingeniero con las nuevas preocupaciones de la sociedad que repercuten en su trabajo como el respeto al medio ambiente, el desarrollo de ciudades sostenibles, de edificios inteligentes, la eficiencia energética, etcétera?

– Los ingenieros, aunque tenemos mala prensa, siempre hemos sido grandes defensores del medioambiente, mucho antes incluso de que surgiera la denominada nueva cultura del agua nosotros ya teníamos conciencia de su importancia, sabíamos que el agua era un bien escaso y estábamos aplicando esta cultura en todas nuestras actividades. Nuestra actividad y responsabilidad siempre ha sido dar solución a los problemas de la gente, pero protegiendo el medioambiente. La sociedad no está dispuesta a renunciar a comodidades y beneficios que ya ha conseguido como el AVE, las autopistas… ahora bien, en ocasiones el medioambiente es determinante porque es mayor el beneficio social de protegerlo que el obtenido a través de la acción proyectada. No podemos destruir nuestro medioambiente. Y ésta es una de las claves de nuestro trabajo, y que técnicamente exige mucho esfuerzo: conciliar beneficio medioambiental y social.

¿Cómo se está adaptando la ingeniería aragonesa a esas nuevas tendencias?

– El sector de la  ingeniería siempre estamos con las nuevas tendencias, porque somos la punta de lanza de su introducción y difusión. Históricamente la ingeniería y el conocimiento ha sido la punta de lanza de la exportación, y detrás ha venido la venta de equipos. Sin embargo, nuestro principal problema es que la ingeniería, que está detrás de todos los grandes proyectos, sólo supone el 10% de su inversión, por eso casi pasa desapercibida, sin embargo, la punta de lanza está precisamente en ese 10%.

Las empresas de ingeniería española están haciendo un frente común para que la nueva ley de contratos del sector público que se está tramitando en el Congreso deje de priorizar el precio sobre la calidad ¿parece que esta reivindicación está más cerca de conseguirse?

– Es que el Estado tiene que dejar de subastar el precio del conocimiento, la competencia del “low cost” es un absoluto error, ya que con bajas del 40% no se puede hacer buena ingeniería y, como es natural, si no se corrige el mercado se adapta y se fomenta la aparición de la ingeniería igualmente “low cost”, equivalente a baja o muy baja calidad, lo cual supone un retroceso inadmisible para un desarrollo sostenible.

La UE también quiere ir en contra de esa praxis, y esperamos que la nueva Ley de contratos introduzca esta cuestión, porque el precio no puede ser definitorio en una cuestión de conocimiento, ya que luego vienen los problemas de conservación, sostenibilidad…, en definitiva aumento del coste global de la inversión, por ello, y en esa misma línea de la cuestión pública, estamos también haciendo un frente común contra los abusos del volumen tan alto de proyectos que se están desviando a las agencias y empresas públicas, que cuanto más crecen, menos sector público dejan para las ingenierías independientes.

¿Cuál es la relación del sector de ingenieros con las administraciones públicas en Aragón?

– Tradicionalmente la relación ha sido muy buena, aunque en los últimos años esta relación ha sido menor por la falta de inversión. Por eso ahora estamos más preocupados por movernos como colectivo a nivel nacional, estar unidos y representar a nuestro sector a nivel aragonés. Es fundamental estructurar la ingeniería y que se haga una inversión pública inteligente. En ese sentido confiamos en que la crisis haya quitado el cortoplacismo de los gobiernos. Hace mucho tiempo que había que haber empezado a pensar en el Aragón de dentro de 20 años, pero nunca es tarde y confiamos en que se haya entendido que es el momento de corregir esos errores.