«Tramitación laboral, transferencia de conocimiento y apoyo a la comercialización exterior son los ejes de nuestro plan estratégico»

 

La asociación se creó en 2001; en cerca de 20 años de trayectoria, ¿cómo ha cambiado el sector agrícola de la margen derecha del Ebro y cuál ha sido el papel de AEAMDE en esa transformación?

Nosotros heredamos un poco la tradición asociativa que tenía La Almunia. En aquellos años, había una asociación que llevó a cabo un proyecto de reforma varietal sobre todo de la cereza, en las décadas de los 80 y 90, y una vez que su trabajó se completó, se fue diluyendo. Pero a la vez, ese trabajo derivó en nuevos retos, fundamentalmente relativos a la mano de obra. Hasta los 90 no existía la figura del temporero como la conocemos hoy. Había cuadrillas que se movían de una zona a otra. Pero esa situación empieza a cambiar en los 90, en la que se incorporan variedades fruta y se amplían las explotaciones y por rentabilidad, los agricultores necesitan ampliar sus explotaciones, por lo que tienen que empezar a contratar. No existía mecánica ni conocimiento de cómo hacer eso.  Había un libro de matrícula en el que firmaban los trabajadores cuando empezaban y cuando se iban, se pagaban los días y ya. Pero cuando empiezan a cambiar los procedimientos, se quiere que el régimen agrario se parezca más al general, se hace obligatoria la comunicación del alta previa, por ejemplo. En 1995 eso no lo hacía nadie, y en ese contexto nace la asociación, con un convenio con el ayuntamiento de La Almunia y con la Dirección de Trabajo del Gobierno de Aragón, además del resto de las administraciones implicadas, empieza andar el Centro de Coordinación Laboral (oficina de temporeros, coloquialmente). Aquello fue el germen de uno de nuestros servicios actuales, la tramitación de contrataciones,  absolutamente normalizada, donde todas las relaciones laborales se hacen cumpliendo con la necesidad documental y las obligaciones legales.

Su actividad se centra en promover el desarrollo del sector agrícola en las comarcas en las que tienen implantación, analizando sus problemas y carencias. ¿Cuáles son las necesidades o retos que afrontan los agricultores que trabajan en dichas comarcas?

Nuestro plan estratégico siempre ha contemplado tres ejes principales. En primer lugar, como ya he comentado, el apoyo a la tramitación laboral. En segundo lugar, la transferencia de tecnología, una carencia que compete a la administración pública pero absolutamente necesaria para el desarrollo del sector. Siempre ha habido un problema: que las investigaciones y los avances de tecnología se quedaban desligados del sistema de producción, por ello, una de nuestras obsesiones ha sido siempre conectar estas áreas. Con este objetivo surgieron nuestras Jornadas Técnicas de Fruticultura que celebramos desde 2010 con carácter bienal. Son muy multidisciplinares y en tres días se cuenta con los expertos más especializados en cada tema a nivel mundial. De hecho en febrero pudimos celebrar las últimas, centradas en la calidad en la fruta. Además, hacemos jornadas monográficas también bienales, en los años alternos.

El tercer eje sería la comercialización exterior. Teniendo en cuenta que solo consumimos aproximadamente el 30% de la fruta de hueso que producimos, y en fruta de pepita exportamos el 50%, era evidente la necesidad de actuar en esta área. Un área que supone nuestra principal vía de rentabilidad. En el 2014 se nos cerró una importante puerta, que fue el veto de las autoridades rusas a las importaciones que se ha prorrogado hasta finales de 2021. Rusia era un mercado muy importante para España, sobre todo en el sector de las frutas y hortalizas. Se produjeron incrementos de comercialización hasta de un 150%, por lo que muchas explotaciones se orientaron hacia ese mercado. Cuando ese escenario cambia de la noche a la mañana, las explotaciones no pueden parar en seco sus planes ya que las planificaciones suelen ser a 10 años porque a partir del quinto año es cuando el frutal da toda su potencialidad. La ruptura de esta planificación ha sido uno de los grandes motivos de la última crisis. En los últimos años ha habido más arranques que plantaciones y ya se está trabajando en la apertura de nuevos mercados, como por ejemplo China, pero los protocolos son muy lentos, complicados e implican procesos largos. Así que es una “lucha” con la Administración que es la única interlocutora en este sentido. Se ha conseguido que destinen más personal y más dedicación y hemos demandado que esta apertura de nuevos mercados cuente con mayor respaldo. Resulta curioso que en los últimos años hemos podido compensar un poco esas exportaciones con aumentos en el mercado intracomunitario, llamativamente en el tiempo de pandemia porque al estar más en casa, el consumidor ha optado por comer mejor y con más calidad y en el verano, pese a la caída del turismo y del canal de la hostelería, el consumo ha sido alto.

Hacer análisis de mercado en la fruta es muy difícil, en primer lugar porque los precios no pueden asumir incremento de costes laborales, como el propio Ministerio de Agricultura reflejó en un documento de análisis el pasado invierno. Se trata de producciones que no se pueden almacenar, y no se pueden repercutir los costes encareciendo porque no se venden. Las tensiones del mercado condicionan absolutamente el precio, así como los volúmenes de producción que varían de un año a otro. Este año por ejemplo las nectarinas se han pagado como no se pagaban desde hace años, porque había poca producción. Cuando hay muchas, no se venden y acaban en el zumo. Cuando el consumo es bueno, se puede ajustar la recolección y no hace falta cogerlos verdes porque no se sabe cuándo se van a vender. Lo cierto es que este año ha habido mejor calidad y más consumo. Es la pescadilla que se muerde la cola, cuando mejor fruta se puede comer más se compra, pero el precio en este sector depende  en mayor medida de la oferta y no de la demanda.

Para conocer AEAMDE en cifras, ¿a cuántas comarcas, agricultores y empresas o cooperativas engloban?

Actualmente estamos casi en 550 socios, distribuidos en 67 municipios de Aragón y alguno de fuera de la comunidad, de nueve comarcas distintas. En ese mapa, hay comarcas en las que tenemos una presencia mayor como ocurre con las comarcas de Cariñena, Calatayud, Valdejalón y el Aranda. Y la realidad es que la asociación no ha dejado de crecer desde su nacimiento. En cuanto a la evolución, la perspectiva es que haya un descenso por el propio envejecimiento del sector. La renovación existe y se ha visto un ligero repunte en los últimos años, pero no es lo suficiente como para compensar el abandono por la edad. Así que, por una parte las explotaciones crecerán de tamaño por cuestión de rentabilidad y, por ello, es previsible que haya una mayor concentración en menos manos en el futuro. También hay otro elemento que en los últimos tres años se percibe de forma creciente que es el abandono de explotaciones por las consecuencias de la crisis de la agricultura y la falta de rentabilidad. En el horizonte está la reforma de la PAC y la apuesta o no que en su diseño futuro se realice por la profesionalización del sector.

La pandemia ha impactado en todos los sectores: ¿cuál ha sido su huella en el sector agrícola de la margen derecha del Ebro?

Aquí se inicia la campaña muy pronto y cuando en marzo se decreta el cierre, planteamos algunas cuestiones a la administración que tarda mucho en dar respuestas. Se solicitaron indicaciones sobre el día a día, sobre los alojamientos, etc. y hemos ido de la mano de otras asociaciones del sector, pero hasta casi el término de la campaña no se dieron.

Por parte de la asociación, desde el primer momento reconvertimos todos nuestros flujos de trabajo hacia el teletrabajo. Ha sido duro pero mucho más para los agricultores. Queremos poner en valor el esfuerzo que han hecho para adaptarse a la digitalización obligada, sobre todo en el plano de las comunicaciones por mail. Durante todo este proceso, la documentación de los trabajadores se ha tenido que gestionar por correo electrónico y gracias al esfuerzo y la colaboración de todos se consiguió no perder ni un día de trabajo ni tener que cerrar.

En cuanto al transcurso de la campaña, hasta julio no se notaron prácticamente efectos en las comarcas del sur de Zaragoza, la problemática asociada de enfermedades y bajas laborales prácticamente no ha existido, a partir de agosto sí, pero nunca ha llegado a los extremos de en otras zonas. La principal razón parece ser que en esta zona empezamos muy pronto la recolección, y veníamos del estado de alarma por lo cual los trabajadores venían sin haber tenido contacto con otras personas.  Y es cuando el resto de las zonas se incorporan y hay flujos de trabajo, entonces la curva asciende en agosto y septiembre.

¿Planes de futuro y nuevas actividades en las que se vuelca ahora la asociación?

Pues en el marco del eje estratégico que hemos comentado antes, nos estamos centrando en la presencialidad en ferias internacionales y viajes comerciales. Se trata de tener una presencia conjunta para representatividad y posibilidad para compensar el hecho de que mayormente nuestros socios sean empresas pequeñas.

AEAMDE integra a agricultores, que, en su mayoría son autónomos o pequeños empresarios, ¿cuál es la relación de la asociación con CEOE y con el tejido empresarial aragonés?

Nosotros nos encontramos en un sector que no vive aislado dentro de la sociedad y por eso enseguida tuvimos claro había que formar parte de CEOE y participar en la comisión agroalimentaria. Es muy importante fomentar la conciencia empresarial por parte de los agricultores.